OG-107 SCENERY
2012
Scottsdale Museum of Contemporary Art
Scottsdale, AZ, EEUU
Esta instalación a gran escala de 17 paracaídas inflados estuvo disponible para que el público la explorara el 27 de octubre de 2012 en un hangar de aviones cerca del Aeropuerto Internacional Sky Harbor de Phoenix. OG-107 hace referencia al color verde oliva oficial utilizado por el ejército de Estados Unidos desde 1952 hasta 1989. Los 17 paracaídas fueron certificados para uso humano y retirados recientemente de las operaciones militares. En un viaje de exploración al desierto de Arizona, Zamora se sobresaltó al oír el estampido de las prácticas de bombardeo táctico de los cazas F-16. Le pareció que la actividad militar y la amenaza de violencia, aunque percibida, contrastaban fuertemente con el paisaje aislado y tranquilo.OG-107 Scenery es un estudio de contrastes. En lugar de descender desde el cielo, estos paracaídas permanecen en el aire gracias a las corrientes de aire generadas por los ventiladores. A la animada danza de los paracaídas redondos (apodados «paracaídas medusa» en el ejército) se contraponen las líneas de suspensión que los sujetan. Aunque las voluminosas marquesinas alcanzan los 9 metros de altura, el imponente hangar de aviones las enmarca y a la vez las contiene.
- Claire Carter
This large-scale installation of 17 inflated parachutes was available for the public to explore on October 27, 2012, at an airplane hangar near the Phoenix Sky Harbor International Airport. This video contains documentation of the day-long installation. ‘OG-107’ refers to the official olive green color used by the United States military from 1952 until 1989. The 17 parachutes were certified for human use and recently retired from military operations. On an exploratory trip to the Arizona desert, Zamora was startled to hear the boom of tactical bombing practice by F-16 fighter jets. He felt that the military activity and threat of violence, albeit perceived, lay in stark contrast to the isolated, tranquil landscape. OG-107 Scenery is a study in contrasts. Instead of descending from the sky, these parachutes remain aloft, thanks to the air currents generated by the fans. Counteracting the lively dance of the round parachutes (nicknamed ‘jellyfish chutes’ in the military) are the suspension lines restraining them. Although the voluminous canopies reach heights of 35 feet, the imposing airplane hangar both frames and contains them.
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Claire Carter